Una misa, una fiesta exclusiva y una popular
Media caña, de Charles Henri Pellegrini (acuarela, 1831). |
Los festejos por la firma de la Declaración de Independencia de la Argentina comenzaron en Tucumán el 25 de mayo de 1816 con una misa en la Iglesia de San Francisco, a modo de inauguración de las sesiones del Congreso. El 10 de julio se celebró con una fiesta exclusiva, y el 21 de julio, con una fiesta popular que fue la primera apropiación del proceso revolucionario por parte de la comunidad. Manuel Belgrano y el gobernador Bernabé Araoz –héroe de la batalla de Tucumán- hablaron al pueblo como nunca antes lo había realizado ninguna autoridad, acción que fue de gran impacto popular. En sus discursos, valoraron el patriotismo de los combatientes, honraron la memoria de los caídos y convocaron al pueblo a obedecer al Congreso. También anunciaron la inminente construcción de una acequia para proveer de agua a toda la ciudad.
Ese 21 de julio hombres, mujeres y niños, a caballo, armados con boleadoras, lanzas, sables y fusiles fueron convocados a un acto en el Campo de Carreras. Este sitio tenía una importancia simbólica porque allí ocurrió la Batalla de Tucumán. Desde entonces, el lugar fue el escenario de las todas las jornadas festivas donde se conjugaban las conmemoraciones solemnes con las diversiones populares, bailes y juegos como la taba o las carreras cuadreras.
Sobre el lugar de este hecho histórico, en sus Memorias el general José María Paz (1791-1854), que ingresó al ejército bajo las órdenes del general Manuel Belgrano, dice: “La Batalla de Tucumán es muy difícil de describir. En efecto, no fue una batalla prolija, una batalla de dos ejércitos perfectamente alineados que se enfrentan y de donde surge un ganador. En principio, el territorio elegido para dar la batalla era el llamado Campo de las Carreras, un terreno ubicado al Suroeste de la ciudad, y que en tiempos más apacibles los tucumanos ocupaban para disfrutar de las carreras cuadreras”.
La Declaración de Independencia de la Argentina se firmó el 9 de julio en la casa de Francisca Bazán de Laguna, casada con el comerciante español Miguel Laguna, que se construyó en la década de 1760. Ese día las manifestaciones populares se concentraron en los alrededores de la Casa de Tucumán y corearon en eco los “Viva la Patria” que se desprendían desde las habitaciones de la casona. Como la sesión del 9 de julio fue bastante extensa, al día siguiente se llevaron a cabo los festejos.
Minuet, de Charles Henri Pellegrini (acuarela, 1831). |
Y por la noche se ofreció un baile a las autoridades, diputados del Congreso y a la oficialidad del Ejército. El lugar estuvo adornado por guirnaldas con flores, emblemas patrióticos y música de orquesta: pianoforte y violín.
La Casa de Tucumán, además de ser sede del Congreso que declaró la Independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica, fue una casa de familia, funcionó como Aduana, almacén de guerra, sede del Correo y de un juzgado federal. En 1941 se la declaró Monumento Nacional.
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