04 agosto 2024

NOTA DE TAPA N.º 539 / SIN CINE ARGENTINO, POR DECRETO

Las increíbles aventuras del Señor Tijeras


Entra en el microcine y toma ubicación / Hace gestos y habla sin definición / Se va con la película hasta su hogar / Le da un beso a su esposa y se vuelve a encerrar / A oscuras y en su sala / De cuidar la moral / Entra ella y se va desvistiendo / Lentamente y casi sonriendo / Alta, blanca, algo exuberante / Dice “hola” y camina hacia adelante / Mira al hombre pequeño que se raya / Cuando ella sale de la pantalla / Y el hombre la acuesta sobre la alfombra / La toca y la besa, pero no la nombra / Se contiene, suda y después / Con sus tijeras plateadas / Recorta su cuerpo / Le corta…”, dice la letra del tema Las increíbles aventuras del Señor Tijeras, del disco Pequeñas anécdotas sobre las instituciones (1974), de Sui Generis, dedicada al oscurantista Miguel Paulino Tato, por entonces director del Ente de Calificación Cinematográfica y considerado el máximo censor de la historia del cine argentino. Fue periodista y crítico de cine argentino y cuando se desempeñó como director y censor oficial prohibió, editó o censuró de alguna forma decenas de películas nacionales durante la década de 1970.

 
El Ente de Calificación Cinematográfica, desde su creación en 1968 durante la dictadura de Juan Carlos Onganía hasta su disolución en 1983, prohibió u ordenó recortar 727 películas, la gran mayoría desde el golpe del 24 de marzo de 1976 hasta la derrota en la guerra de Malvinas, en junio de 1982. Tato lo dirigió entre el 20 de agosto de 19742 al 24 de marzo de 1976, durante la presidencia de María Estela Martínez de Perón; y desde esa fecha hasta noviembre de 1978, durante la dictadura cívico-militar que tomó el poder ese día.

Durante su gestión se revocaron muchos permisos de exhibición que habían sido otorgados por Octavio Getino cuando estuvo al frente del Ente Calificador. El 27 de octubre de 1974 se prohibieron 9 películas por considerar que “exaltan el sexo, realizan apología de la violencia y atacan alevosamente las instituciones”. Entre agosto de 1974 y el 28 de febrero de 1975 Tato prohibió o canceló el permiso de exhibición de 50 películas. En junio de 1975 prohibió el filme nacional Proceso a la infamia y al cumplir 15 meses al frente del Ente había prohibido 146 filmes. Entre ellas el uso de la palabra travesti en la película llamada Mi novia el travesti, que solo pudo ser proyectada con el nombre de Mi novia el..., con Alberto Olmedo y el —en ese entonces— famoso actor transformista Jorge Pérez Evelyn, quien fuera reemplazado por Susana Giménez ante la negativa rotunda de Tato de permitir un hombre vestido de mujer.
 
Tapa del disco Pequeñas anécdotas sobre las instituciones (1974), de Sui Generis, con ilustraciones de Juan Oreste Gatti
 
Esto ocurrió hace 50 años, bajo el gobierno democrático de Isabel Martínez de Perón. Y esa censura se profundizó con el gobierno que derrocó a la primera presidenta mujer del país y del mundo e instauró una sangrienta dictadura militar en la Argentina. Increíblemente, en 2024 —y también en democracia— la sombra de la tijera de El Censor cubre nuevamente a la cultura argentina al conocerse denuncias de censura en espacios culturales oficiales y el decreto 662/24 firmado por el presidente Javier Milei, que reglamenta la Ley de Cine, y va contra los fondos destinados para la producción de películas y contra un derecho importantísimo para toda la sociedad, como es el tener una cuota de pantalla que permite que las películas argentinas tengan espacio de exhibición en las salas de todo el país.

El director y docente Goyo Anchou es quien denunció que la Secretaría de Cultura prohíbe películas con contenidos feministas, LGBT+, que critiquen a la dictadura y que incluyan a Lali Espósito. Anchou contó que cuando presentaba una propuesta para un ciclo de cine a un grupo de programadores de un espacio dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación, estos le informaron de una serie de “contenidos prohibidos en centros nacionales”.

El decreto 662 es visto como un golpe de gracia para las pequeñas productoras y las independientes, y un guiño a los grandes del cine al fijar nuevos y estrictos límites para el uso de los recursos disponibles (Fondo de Fomento Cinematográfico) que maneja el Incaa. A partir de ahora habrá un tope de hasta el 20% de esos recursos destinado a subsidiar la producción y la exhibición de películas nacionales de largometraje. La norma deja sin efecto un decreto similar de 2022, firmado por el entonces presidente Alberto Fernández, que asignaba un 50% de la recaudación impositiva del fondo de fomento a dichos subsidios. Será muy difícil que las producciones locales de escaso presupuesto puedan lograr su espacio en las pantallas de los cines nacionales y las grandes beneficiadas serían entonces las multinacionales Amazon, Netflix, HBO, Disney, etc. al ocupar casi exclusivamente los circuitos de exhibición comerciales.

La norma se suma a las medidas tomadas por Carlos Pirovano, presidente del INCAA, que incluyen despidos de trabajadores, cierres de programas comunitarios, recortes en los recursos destinados para las provincias como así también la suspensión del actual plan de fomento: interrumpió recursos para los rodajes de películas, cerró la posibilidad de presentar proyectos y devolvió a sus presentantes los proyectos aprobados por comités de evaluación.

El Colectivo de Cineastas se pronunció sobre el decreto 662 oponiéndose a lo que llama un plan sistemático contra las expresiones de la cultura nacional “que busca acallar las voces disidentes y denunciamos los intentos de censura en nuestro país”. Sostiene también que los argumentos anclados en la necesidad de orden, saneamiento y déficit cero “son una falacia que esconde los verdaderos intereses de este gobierno: aniquilar el pensamiento crítico, a la construcción de una identidad nacional diversa, el registro de los acontecimientos de esta época, y borrar nuestra memoria como país”. Y manifiesta una profunda preocupación por el presente y futuro del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, por el sostenimiento de una Industria Audiovisual que genera trabajo genuino y por todos los relatos que están en riesgo de desaparecer.

La comunidad audiovisual llama a dar una batalla en defensa del cine nacional y de la cultura, y convoca a la sociedad en general y en particular a los trabajadores culturales, centros de estudiantes y estudiantes de universidades y establecimientos educativos del arte a formar un movimiento independiente, unificar los reclamos y accionar en conjunto.

A 50 años, la sombra de la tijera de El Censor cubre nuevamente a la cultura argentina.

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