01 agosto 2022

TRES SORBOS DE CAÑA CON RUDA PARA COMBATIR LA MALA SUERTE Y LA MALARIA

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Por Justo L. Urbieta
Para el diario Formosa
 
¿Superstición, miedo, prevención o simplemente tradición? Vaya uno a saberlo, pero lo cierto es que cada habitante de esta querida provincia tiene una respuesta diferente cada primero de agosto y en sucesivos años.
 
Francisco Dolores Vega,
impulsor del Festival de la Caña con Ruda.
 
Pero lo cierto es que hoy muy pocos van a resistir la tentación de ingerir, en ayunas, los tres sorbos tradicionales de caña con ruda ya que los abuelos aseguran que ese simple paso es suficiente como para  prolongar un poco más la vida, espantar la mala suerte, promover alegrías y despojar a la gente de la yeta.
 
Es un “mejunje” —como lo llaman los lugareños– mezcla de caña blanca paraguaya o ginebra y hojas de ruda, una hierba calificada como medicinal por sus excelentes efectos sobre el aparato digestivo y también en el circulatorio.

Se trata de beber cada 1 de agosto al amanecer —e incluso antes de la higiene bucal— un sorbo de este elixir que, según los crédulos, brinda la salvación a todos los malos y, según los que no creen mucho en las costumbres, un acto de prevención.

Tomar caña con ruda no es patrimonio de ningún círculo privilegiado ni sector marginado.

Es una costumbre a la que se aferran todos y por eso es que el primer día del octavo mes del año se convierte en una jornada en la que la igualdad de oportunidad se identifica con la de gustos y hasta con la de temores y prevenciones.

Hay quienes creen hasta que la covid-19 —para la que se necesitaron cuatro vacunas para sentirse protegidos de los riesgos de la invasión de este virus que ha causado ya millones de muertos en todo el mundo a partir de 2020 y ha desmoronado hasta el destino de gobernantes, empresarios y parejas— solamente pueda ser derrotada tras la reiteración de este acto solemne de darle tres “besos” a las “petacas” de caña con ruda a poco de despertarnos por la mañana o la madrugada.

Llegó desde Paraguay

Lo que acontece cada 1 de agosto constituye una tradición antigua que, al decir de los viejos formoseños, llegó desde el Paraguay.

Vendiendo caña con ruda
en el mercadito de Formosa.

El dato sobre las propiedades medicinales del elixir se transmite de generación en generación y con el paso del tiempo es más creciente la cantidad de adeptos a este procedimiento casero para ponerle freno a los malos augurios.

Tanto es así que al nacer un bebe los padres hasta empapan un algodón con algo de jugo de caña con ruda y lo distribuyen sobre los labios de su criatura.

El consumo se duplica o triplica en el caso de los abuelos o de los enfermos.

Como dato complementario, valga recordar que con el resto de ruda que queda al agotarse el alcohol se preparan emplastos para realizar fricciones en caso de torceduras o para curar el reuma o los estados gripales.

Hay que consumirla con cuidado… hay quienes exageran en la ingesta y terminan en los centros de salud con picos de hipertensión arterial y algo más.

Como en todos los casos, hay que ser medidos y prudentes: tres “besos” a la “petaca” ya alcanzan para aspirar a un año placentero.

El viejo festival

La caña con ruda hasta tiene su propio festival en la ciudad. Y el presidente de Sol de América, Rubén Darío Di Martino, no solamente confirmó la continuidad de la celebración en la tradicional institución del barrio San Miguel sino que llamó a concurrir a sus instalaciones para recibir este lunes con destacadas figuras del canto y la música del folclore regional y nacional.

Vendedores de caña con ruda.

 Será esta la vigésima edición del Festival de la Caña con Ruda que tuvo su origen en una idea surgida cuando el presidente de Sol era el entrañable Francisco Dolores  “Negro” Vega, una personalidad muy querida desde siempre, incluyendo su etapa de deportista en intercolegiales de su juventud, en las competiciones que lo sorprendieron ya mayor y en su trayectoria politica que lo llevaron a consagrarse intendente municipal de la ciudad de Formosa.

De allí que en esta celebración número 20 del festival, habrá un paréntesis para agasajar a este verdadero caballero del deporte y de la vida que tantos amigos ha conquistado a partir de sus valores personales y de su respeto hacia el prójimo y su solidaridad con los necesitados de justicia social.

Tampoco olvido a mi colega Francisco Bello Pacheco quien con entusiasmo y pasión acompañó la realización de este acontecimiento ligado íntimamente a la identidad cultural de los formoseños.

La zona del mercadito reunió siempre a los vendedores de las tradicionales “petacas” con caña paraguaya y ruda. Pese a la modernización del sector, hay quienes siguen con la tradición de preparar el mejunje para los creyentes y personas de fe.

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