No hay sábado sin sol, ni surfer sin olas, ni karaoke sin Los Iracundos
Por Dany Gómez
Odiaba la música surf, rockabilly y formas aledañas. Me producían urticaria. Toda esa música empalagosa para jóvenes del american way of life eran el soundtrack de los preparativos para los encuentros con la muerte en Vietnam. El cine Lelong, en el barrio San Miguel de la ciudad de Formosa, estaba en su apogeo en 1975. Antes de la proyección de las películas ponían música. Los fines de semana se escuchaban los mismos temas. Me quedaron grabados en el cerebro los sonidos de Apache, el mayor éxito de la banda inglesa The Shadows. Ese género de música instrumental con ingredientes de surf me provocaba un rechazo a nivel de odio. Bandas como The Beach Boys no pisarían jamás el territorio de mis preferencias musicales. En la lista de canciones del cine también estaba un tema instrumental de ese género que no conocía. Tampoco me gustaba. Pero eso no iba a quedar así.
En 1991 alquilé el videocassette de la película británica Scandal, dirigida por Michael Caton-Jones, protagonizada por John Hurt, Joanne Whalley y la luminosa Bridget Fonda, premiada por su trabajo en este film. La película trata el escándalo político británico de espionaje y sexo de 1963 que le costó el puesto al secretario de guerra John Profumo, la posterior caída del primer ministro Harold Macmillan y el fracaso eleccionario de los conservadores. La historia gira en torno a la relación del médico y artista Stephen Ward (John Hurt) con la escort, bailarina y elegante prostituta Christine Keller (Joanne Whalley), quien estuvo de jarana con Profumo. Después tuvo algún tipo de affaire con un espía soviético. Pero la olla se destapó y la corona sufrió un terremoto cuyas réplicas nunca cesaron. La segunda mujer en esta historia es Mandy Rice-Davies, que acompañaba a Christine en sus giras de derramamiento de placer. Este personaje estaba en manos de la hermosísima y talentosa Bridget Fonda en una actuación sin baches.
Hacia el final de la película hay preparativos para una fiestaza con la gente del poder. Y entonces apareció la escena gloriosa: Las dos chicas vistiéndose con planos full close up musicalizada con un tema que pone a este acto en lo más alto: Se escucha Apache, de The Shadows. Semejante resignificación estética pulverizó mi odio hacia este género musical en el acto. Y con este tema apareció el otro, desconocido totalmente, pero siempre presente en el cassette de música del cine Lelong. Así fue como empezó a gustarme esa misteriosa pieza instrumental al punto de considerarla una canción de amor. Desde esos días de cine no la volví a escuchar durante más de treinta años.Y la extrañaba.
En 1991 alquilé el videocassette de la película británica Scandal, dirigida por Michael Caton-Jones, protagonizada por John Hurt, Joanne Whalley y la luminosa Bridget Fonda, premiada por su trabajo en este film. La película trata el escándalo político británico de espionaje y sexo de 1963 que le costó el puesto al secretario de guerra John Profumo, la posterior caída del primer ministro Harold Macmillan y el fracaso eleccionario de los conservadores. La historia gira en torno a la relación del médico y artista Stephen Ward (John Hurt) con la escort, bailarina y elegante prostituta Christine Keller (Joanne Whalley), quien estuvo de jarana con Profumo. Después tuvo algún tipo de affaire con un espía soviético. Pero la olla se destapó y la corona sufrió un terremoto cuyas réplicas nunca cesaron. La segunda mujer en esta historia es Mandy Rice-Davies, que acompañaba a Christine en sus giras de derramamiento de placer. Este personaje estaba en manos de la hermosísima y talentosa Bridget Fonda en una actuación sin baches.
Hacia el final de la película hay preparativos para una fiestaza con la gente del poder. Y entonces apareció la escena gloriosa: Las dos chicas vistiéndose con planos full close up musicalizada con un tema que pone a este acto en lo más alto: Se escucha Apache, de The Shadows. Semejante resignificación estética pulverizó mi odio hacia este género musical en el acto. Y con este tema apareció el otro, desconocido totalmente, pero siempre presente en el cassette de música del cine Lelong. Así fue como empezó a gustarme esa misteriosa pieza instrumental al punto de considerarla una canción de amor. Desde esos días de cine no la volví a escuchar durante más de treinta años.Y la extrañaba.
Luego vino internet y el jamming de información me mostró que Mike Oldfield, un gran músico inglés que despertó emociones fuertes con su fantástica música desde principios de los 70, grabó Wonderful land, un tema de The Shadows. Y me enteré que Hank Marvin es una de las mayores influencias de este músico vanguardista y de alto vuelo. Marvin es guitarrista de The Shadows.
El tema Apache está por todas partes. La banda tiene miles de sitios dedicados. Es omnipresente, fácil de encontrar. Pero la otra canción no se hacía ver. Comencé a buscarla en la enorme galaxia del rockabilly, surf y subgéneros satélites. Y no aparecía. De tanto en tanto me sumergía en la música de los años 60. Y buscando encontré puntos altísimos de esos géneros. Finalmente descubrí que la música surf no terminó en la época del caso Watergate. Está en constante evolución y hoy soy un feliz seguidor de bandas mexicanas portadoras de varios subgéneros: horror-surf, surf-punk, psychobilly y otra formas, impecablemente modeladas por bandas de estos días como Lost Acapulco, The Sonoras y Matorralman, esta última de intenso culto.
Mis zambullidas de rastreo y pesquisa no daban resultados. No podía dar con ese tema. Hasta que la tecnología nos ofreció aplicaciones de reconocimiento de audio. Hace unos cuatro años tarareé la melodía en el celular y en un segundo me tiró un nombre y una banda. Quedé espectacularmente impresionado. Lo que buscaba no estaba en los montes Apalaches, ni en las playas de Malibú, ni en las oleadas de música inglesa que invadió USA en los 60; andaba mucho más cerca, por acá nomás. El tema se llama Para vivir así, de 1974. Y nunca estará en un karaoke: es instrumental. Es el tema menos escuchado de Los Iracundos, de Uruguay. Una dedicatoria de amor. Un temazo.
El tema Apache está por todas partes. La banda tiene miles de sitios dedicados. Es omnipresente, fácil de encontrar. Pero la otra canción no se hacía ver. Comencé a buscarla en la enorme galaxia del rockabilly, surf y subgéneros satélites. Y no aparecía. De tanto en tanto me sumergía en la música de los años 60. Y buscando encontré puntos altísimos de esos géneros. Finalmente descubrí que la música surf no terminó en la época del caso Watergate. Está en constante evolución y hoy soy un feliz seguidor de bandas mexicanas portadoras de varios subgéneros: horror-surf, surf-punk, psychobilly y otra formas, impecablemente modeladas por bandas de estos días como Lost Acapulco, The Sonoras y Matorralman, esta última de intenso culto.
Mis zambullidas de rastreo y pesquisa no daban resultados. No podía dar con ese tema. Hasta que la tecnología nos ofreció aplicaciones de reconocimiento de audio. Hace unos cuatro años tarareé la melodía en el celular y en un segundo me tiró un nombre y una banda. Quedé espectacularmente impresionado. Lo que buscaba no estaba en los montes Apalaches, ni en las playas de Malibú, ni en las oleadas de música inglesa que invadió USA en los 60; andaba mucho más cerca, por acá nomás. El tema se llama Para vivir así, de 1974. Y nunca estará en un karaoke: es instrumental. Es el tema menos escuchado de Los Iracundos, de Uruguay. Una dedicatoria de amor. Un temazo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario